Nada nos parece haber cambiado.

De las sombras irreales de la noche vuelve la vida real que habíamos conocido.

Tenemos que reanudarla allí donde la habíamos dejado y acaba por vencernos la terrible sensación de la necesidad de continuar el esfuerzo en el mismo círculo aburrido de estereotipadas costumbres, o un vehemente anhelo, tal vez, que nuestros párpados se abran alguna mañana a un mundo creado de nuevo en las tinieblas para darle deleite al nuestro.

Un mundo en que las cosas tuvieran formas y colores nuevos; un mundo cambiado que guardara otros secretos y en el que el pasado no encontrara sitio o apenas un hueco; un mundo en el que no sobreviviera, al menos, en ninguna forma consciente de agradecimiento o remordimiento, pues aún la remembranza del goce tiene su amargura y los recuerdos del placer su dolor.

Este mundo entonces, crearía una nueva vida. Y en ésta, habría que enseñarle al hombre a reconcentrarse en los momentos de una vida que no es en sí misma más que un momento.

Mientras tanto, ahí esta el libro a medio abrir que estábamos leyendo y la carta que habíamos temido leer o que tantas veces leímos, la página de un diario inconclusa, el pensamiento de un viejo amorío que se reverdece y se desvanece…

Y la realidad es que nada nos parece haber cambiado….

Sin embargo, en cada uno de nuestros mundos, todo es diferente.

=)